¿Se habrán imaginado Antonio Meucci la magnitud social que tendría el teléfono en el siglo XXI y su utilización como instrumento de aprendizaje?
¿Qué necesita conocer, analizar y hacer el docente ante el uso masivo de dispositivos digitales en el aula?
Competencia que representa para la autoridad del maestro
Imaginar un escenario donde el profesor ostentaba su autoridad en la erudición y la comunicación unidireccional permite entender que sus competencias se redujeran a la reproducción de saberes. Esto es comprensible, ya que su contexto socio-histórico no globalizado, no envuelto en una revolución tecnológica digital y virtual, ni imbuido por filosofías irreverentes al “statu quo”, determinaba que la labor educativa fuera un reto profesional poco complejo; a diferencia de lo que viven en este siglo XXI.
Los modelos educativos del pasado siglo XX evolucionaron al ir mejorando sus concepciones en torno al conocimiento y los actores educativos; al tratamiento de la información; el uso de sentidos, modos e instrumentos de comunicación, el empleo de materiales didácticos, técnicas y métodos didácticos; y las formas de evaluación.
Tan sólo saber que hoy se pueden emplear en el aula dispositivos portátiles digitales como tabletas inalámbricas, netbooks, notebooks, pizarrones digitales interactivos, proyectores digitales o teléfonos celulares inteligentes, que funcionan con programas informáticos diversos y numerosos, ya indica que los educadores necesitan aprender habilidades interactivas y en constante actualización en relación a la tecnología y la comunicación como soporte para el trabajo didáctico.
Pensar en un salón de clases ya no es a partir de un espacio limitado por muros; el aula también puede ser virtual, libre de muchas restricciones de espacio y tiempo. Así, la tecnología abre puertas y ventanas a la construcción y evolución del conocimiento como la cultura exigiendo al que enseña reformular roles y competencias en base a una actitud abierta, holística y flexible en torno al cambio.
Actualmente, ser un docente profesionalmente calificado requiere del manejo eficiente, por lo menos, de competencias cognitivas, comunicativas, tecnológicas y sociales; describir cada una de ellas implica el análisis de complejos e interconectados sistemas teóricos, prácticas escolares y experiencias socioculturales e históricas.
Las capacidades están valoradas por estándares que la sociedad, tan dinámica e imprevisible, determina para dar validez y respeto a un quehacer profesional. Ahora se trata de confiabilidad y confianza más que de autoridad. El concepto de autoridad remite a la noción de “poder”, la que actualmente implica el dominio de múltiples competencias y no sólo del conocimiento, como se pensaba hace muchos años.
Atributos positivos de estas tecnologías
La tecnología educativa a partir de su fundamento en el binomio estímulo-respuesta ya plantea un beneficio directo para aprender: la atención. La cual se enriquece al contar con múltiples herramientas que facilitan la comunicación como la adquisición de información escrita, gráfica y auditiva.
Los dispositivos portátiles digitales tienen para sus usuarios la ventaja de manipular el tiempo y espacio conforme a sus necesidades de vida. La opción táctil, que las últimas novedades tecnológicas ofrecen para operarlos, involucra otro medio de la percepción sensible humana.
La mediación tecnológica en el aprendizaje se manifiesta en un sentido tridimensional por el momento. Lo que facilita la integración de aprendizajes a nivel conceptual, procedimental y actitudinal con una dinámica activa y vivencialmente libre de interacción en el tiempo y el espacio. Reduce las fronteras de la imaginación, la información, la comunicación y el conocimiento.
¿Cómo se le podría sacar más provecho en un sentido curricular?
Todo beneficio de la mediación instrumental al emplear masivamente teléfonos celulares inteligentes y otros dispositivos portátiles digitales en el aula depende del conocimiento y habilidad para operarlos de manera congruente con una visión activa del aprendizaje, la enseñanza y la comunicación.
Su práctica e inserción en actividades de la vida cotidiana del profesor, el administrador y del alumno facilita su manejo, la comprensión de su alcance, la conciencia de sus limitaciones como la generación de ideas para su propia transformación.
La tecnología es más útil cuando se emplea con creatividad, responsabilidad y objetivos definidos. Pues, por sí sola no es una solución o alternativa efectiva ante las demandas de construcción de conocimientos y aprendizajes nuevos como significativos. Tanto el contexto socio-cultural, las características de los estudiantes, el perfil de la institución, las condiciones económicas y la estructura curricular condicionan el motivo de emplear artefactos para aprender.
Las mejores pedagogías para su inserción en actividades escolares
La aplicación de un diagnóstico, la planeación, organización y dirección de la enseñanza como el aprendizaje son la base que dispone qué o cuáles son las pedagogías que establecen la inclusión de dispositivos digitales en el aula.
La pedagogía de la libertad de Paulo Freire, la crítica de Henry Giroux, Michael Apple y Peter McLaren, así como las propuestas pedagógicas de César Coll y Ken Robinson, entre otros teóricos y especialistas en educación plantean escenarios educativos activos, revolucionarios e innovadores propicios para aprovechar la mediación tecnológica en la educación.
Cabe señalar el perfil de transformación vertiginosa de la tecnología como un motor trascendente para el desarrollo de las pedagogías. No conviene olvidar la necesidad de la congruencia y simultaneidad en el progreso entre teoría, tecnología y necesidades sociales.
Un paradigma de la psicología para diseñar estas pedagogías
El paradigma sociocultural aprovecha las herramientas culturales en la construcción del conocimiento, siendo la tecnología una de ellas. Asimismo el diálogo es su eje articulador del aprendizaje, característica esencial de las pedagogías críticas, de la libertad, la construcción y la creatividad.
Sin embargo este modelo de la psicología educativa no es absoluto ni único para diseñar entornos de aprendizaje satisfactorios para los estudiantes; dado que las aportaciones del conductismo, cognoscitivismo y el paradigma psicogenético que tienen vigencia tienen una contribución alternativa específica y práctica. Considerando que todo paradigma está destinado a su transformación y cambio.
El desafío de los teléfonos celulares para promover prácticas situadas
Este popular artefacto, lejos de desarrollar habilidades descontextualizadas, promueve prácticas contextualizadas que sitúan al alumno en espacios múltiples, diversos, compartidos como simultáneos para aprender. Pues operan de manera síncrónica al mantener una conversación telefónica entre dos o más personas; como asíncrónica al contar con un buzón de mensajes de textos, correo electrónico y espacios de comunicación virtuales como Facebook o Twitter. Los cuales fomentan la cultura escrita y la socialización globalizada de una manera ágil, inmediata y económica.
¿Cómo se podrían estudiar este tipo de fenómenos y con qué unidades de análisis?
Vygotsky maneja cuatro dominios de una perspectiva genética de las funciones psicológicas superiores: Filogenético, sociocultural, ontogenético y microgenético. Los cuáles desarrollan un análisis psicológico histórico, cultural y social del hombre para desarrollar su conciencia y expresarla mediante el lenguaje, en la construcción de su y el conocimiento mientras vive en un mundo donde interactúa individual y colectivamente, con el fin de satisfacer sus necesidades materiales e inmateriales. Cuyas unidades de análisis son el uso del lenguaje y el sistema de vida mediado por la reflexión mental.*
Pero es necesario incluir un dominio que considere el sentido constructivo y técnico del pensamiento del hombre; quién evolucionó al ser creativo y aplicar los pasos de acciones efectivas previamente experimentadas para resolver problemas de su cotidianeidad.
*Fernández-Cárdenas, J. M. (2009b). Aprendiendo a escribir juntos: Multimodalidad, conocimiento y discurso. Monterrey: Comité Regional Norte de Cooperación con la UNESCO / Universidad Autónoma de Nuevo León.
Elvira
A01308580
Véase: Lacasa, P. (2002). Cultura y desarrollo. En P. Herranz Ibarra, & P. Sierra García, Cultura y desarrollo. Madrid: UNED.
