Imagino al
hombre prehistórico leyendo la naturaleza y las acciones de la vida cotidiana. Asombrándose cada día con las lecciones de la
vida. Afortunado de que la futura vida moderna no le robara el tiempo para
reflexionar sobre todo cuanto su imaginación y sus sentidos le permitieran.
Existiendo en un entorno de paz y violencia para sobrevivir durante el día luminoso
y la expectante noche.
Tanta información para sus recuerdos que muchos
quisieran conocer y que su esencial aventura por escribirlos en el propio papel
de la naturaleza complica a muchos que dicen que saben leer y escribir.
La persona de nuestra prehistoria graficada que
camina en su vida nómada es como un niño que felizmente comienza a vivir su
historia en el mundo. El hombre lucha
por seguir caminando para no despedirse de la felicidad mientras supone que es
un experto en la lectura y escritura de la naturaleza y las acciones de la vida
cotidiana.